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por Pablo D´Elia

lunes, 16 de mayo de 2011

Mi Tia Frida

Dichos al  viento

Ya había probado todo. Reuniones de solos y solas, citas por internet, amigas que me presentaban amigas, boliches, levante callejero, clases de teatro y poesía....Pero nada, no había caso. Minas a patadas, pero lo que se dice mi media naranja; como dice mi tía Frida; ni noticia.
Tantos años buscando ya me habían puesto ansioso. Yo quería un hogar ya...
Había perdido casi las esperanzas, a pesar del aliento de mi tía... pero nene no te pongas así , acordate de que para cada roto hay un descosido
Bueno, la casa  la tenía , pero me faltaba una mujer, hijos, una suegra, un perro...
En realidad ya había tenido un perro y lo quería mucho, estábamos hechos el uno para el otro , hasta que lo perdí. No es que me haya descuidado; el Firulay iba y venía solo, entraba y salía cuando quería, hasta que un día de mucho viento, hace cerca de un año salió de perrerías y no volvió. Mi tía Frida me consolaba: ya va volver ,me decía, a ese no le puede pasar nada, si yerba mala nunca muere...
 Como se habrán dado cuenta a mi tía le da mucho por los refranes y en general no se equivoca, así que si al que madruga Dios no lo llega a ayudar, será por que por mucho madrugar no amanece más temprano. Por eso esa noche cuando comenzó a soplar el viento, me acorde de uno de sus dichos y salí decidido a la calle.
Caminé bajo el viento huracanado durante cuadras y cuadras.
Vi pasar volando papeles, bolsas de basura, ramas de árbol,  carteles publicitarios y hasta un quiosco de diarios con el canillita tomando mate en su interior, debía de ser uruguayo, porque mientras pasaba aferrado a su quiosco y sujetaba con aire imperturbable los periódicos, el termo estaba allí como clavado bajo el brazo.  No era lo que esperaba y lo dejé pasar .
Ya empezaba a desesperarme pero me acordé lo que dice mi tía;  eso de que el que espera desespera ; y entonces dejé de esperar y seguí andando.
Y en una de esas lo vi venir. Allá, arrastrado por el viento, con los pelos revueltos y la baba colgando, el Firulay. Estiré el brazo y lo atrapé en el aire.
Nos fundimos en un abrazo hombre perro y abrazados bailamos un vals entre lágrimas de emoción, pulgas y baba.
Grande tía Frida,lo que el viento se lleva el viento lo devuelve y que el que se  va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen.
¡Firulay viejo y peludo...!
Estaba ya volviendo con el Firulay flameando como  cola de   barrilete atado a mi cinturón, cuando vi venir un bulto pequeño que se acercaba velozmente arrastrado por el viento. A la oportunidad la pintan calva decía mi tía Frida , así que estiré el brazo y lo cacé al vuelo. No era calva, pero era la niña más hermosa que jamás había visto, debía tener entre seis meses y un año. La miré, me sonrió con una sonrisa luminosa y balbuceó algo. Creo que dijo  papá.
La protegí  dentro de mi campera y seguí caminando. No había dado dos pasos, cuando vi que el viento traía una mujer,(¡ Y que mujer!) era demasiada casualidad, me acordé lo que decía mi tía y la atrapé al vuelo.
Y así fue como encontré a mi familia. Resultó que Malena era la mamá de la nena y el viento se la había arrebatado. El esposo la había dejado hace poco y como el que se fue a Sevilla..
Cuanta razón tenía mi tía Frida con eso de Dios nos cría y el viento nos amontona.


Gabriel                                                                                              14 de mayo de 2009

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