Logo de "caféBretón"

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por Pablo D´Elia

jueves, 30 de junio de 2011

GALEANO CON NOSOTROS

CAFÉ BRETON PRESENTA:
“CUANDO LAS HISTORIAS NACEN”…
Música y cuentos sobre textos de Eduardo Galeano
Ricardo Latrónico: Ventana sobre este libro                                                                                                  Iunti Silvana: La abuela/Ventana sobre la llegada/ El desafío/El cuco/ La pasión de decir I/Ventana sobre la memoria/ Ventana sobre la herencia/ Celebración de la fantasía Mariela Bergaló: Isadora Duncan                                                                                                                         Gabriel Gurovich: Teología I / Teología II                                                                                                          Hada Riscino: Delmira Agustini                                                                                                                        Marcelo Bello: El hincha                                                                                                                                                Elsa Somerville: El diagnóstico y su terapéutica                                                                                                           Liliana Kotik : El mundo/ Las flores                                                                                                                    Adriana De Blasis.: El cantor
Música Pablo D´Elia
DIRECCIÓN: ROBERTO SAIZ

jueves, 9 de junio de 2011

Instantáneas

  Como todas las mañanas, las tostadas, el café con leche bien calentito, las medialunas crujientes forman una ronda y se van transportando casi solas hasta nuestras bocas. Medios dormidos conversamos, masticamos, paladeamos y saboreamos lentamente estos pequeños manjares.
En un rincón sobre un almohadón rayado de colores azules, amarillos y verdes junto a una zapatilla gris deshilachada y mordida mira inquieta y atenta nuestra perra dispuesta a abalanzarse sobre algún pedacito de tostada, una miguita de pan o una pizca de mermelada que para su fortuna logra escaparse de nuestras bocas y caer en el suelo de la cocina.

  Una melodía de la radio alegre, dulce y tranquila nos acompaña mientras desayunamos. Sin querer junto con el ruido de tazas, platos y vasos nos movemos acompasadamente y todo se convierte en una hermosa sinfonía matinal. La música nos transmite la energia suficiente para movilizarnos y comenzar el nuevo día.
Cuando todos se van , suspiro y sonrio. Siento que todo esta en órden ,que la tierra está en orden, que el planeta y yo estamos en armonía y pienso convencida que lo simple y lo cotidiano también forman parte de mi felicidad.
Liliana Kotik

Infamia

Después de la década infame. ¡¿De cuál?!, podría ser de cualquiera...Decía, después de la década infame que nos impuso una Babel de disparates, nos fuimos acostumbrando, a los golpes y versátilmente, a la más variada fauna callejera.
Como en la selva, la ley del más fuerte se impuso y los más aptos flotan y los menos, que son los más, carroñean, compartiendo el desperdicio con otros bichos.
Babel en la que unos, por estar limpios de cuerpo y ropa ofenden a la suciedad de los otros. A unos los veo salir del teatro. Corren a sus vehículos, que los llevarán a resguardo. A los otros, todavía recolectando para tirar un día más, mientras una paloma negra picotea y una rata escarba lo que queda.
Infamia tras infamia nos fuimos haciendo.
Infamia tras infamia nos vamos deshaciendo.

Pablo

miércoles, 8 de junio de 2011

Holaaa a todos!! Acá estoyyyyyyy....ENTREEEEEEEEE!!

Qué lindas cosas escriben chicosss!!! Pablo...sos realmente un narrador y observador más!! no sólo el músico del grupo!! que hermosa observación  sobre las miradas.
Bueno...espero inspirarme...y compartir a full este espacio. Besosssssssssss

miércoles, 1 de junio de 2011

Mirada

Como tantos otros, ese mediodía estaba apurado. Caminé rápido hacia la esquina.
El semáforo permaneció en rojo durante un tiempo interminable. Mi ansiedad me decía que por Colombres estaban pasando todos los autos.
Con un pie en la vereda y otro en la calle veo que, por fin, la luz cambia y me toca a mí.
Cruzo, casi sin mirar.
En la parada del colectivo un grupo de anónimos espera igual que yo. Todos cogoteando como para que la presa no se escape. Todos, menos alguien. Ella.
Primero me crucé con su mirada asustada y su tez pálida, que me atravesaron. Cobardemente me dí vuelta porque se me hizo de horror aquella cara. Sin embargo era tarde, porque la impresión no iba a desaparecer así nomás.
Despacio, vuelvo la vista y ella, aferrada a la arista de la ochava, con sus ojos implorantes y aterrorizados, sin decir nada,  me pide ayuda.
La furia de aquel río era demasiado para su antiguo vigor.
Me acerqué, -¿la ayudo a cruzar?-.
Tomada de mi brazo con una fuerza débil, me confiesa con la voz quebrada por una lágrima lo que para mi era una vida: -yo tuve un hijo así-.
Llegamos al otro lado y la dejo, la dejé ir. Hubiese deseado, anhelé haberla ayudado a cruzar mil esquinas más con tal de saber de ella y de ser yo, con mi fuerza débil, quien se aferrara a su brazo.
No podía pensar más que en eso.
Después supe y me pregunté y lo hago ahora mismo, si los que ya no están se nos presentan inesperadamente en otra mirada, en otra piel o si esos rostros, en cierto momento, nos sirven de consuelo al vacío de la ausencia.

Pablo